LA LIBERTAD DE LA AUTODISCIPLINA

A algunos les encanta la palabra disciplina (yo soy una de ellas, aunque antes ¡no me hacía nada de gracia!), pero a otros, la mayoría, no les gusta porque les trae a la mente constricción y dependencia, especialmente a aquellos que se consideran “almas libres” y no les gusta seguir reglas.

 

Por supuesto que esto tiene que ver con tu experiencia con la disciplina durante la niñez, y depende de si te imponían reglas muy estrictas, no te ponían límites del todo o si más bien te ponían límites con amor.

 

Si de niña tuviste una disciplina demasiado rigurosa, es probable que te haya separado de tus anhelos, y cortado las alas para volar en el camino que Dios tenía para vos. Eso crea una sensación de rebeldía contra toda disciplina, incluyendo la autodisciplina.

 

Entonces, llegás a rechazar la disciplina, por lo menos de manera inconsciente, y a pensar cosas como que no es divertido si no puedo comer lo que quiera, o gastar lo que quiera, o andar con quien quiera; simplemente hacer lo que quiera o no hacer lo que quiera... Pero hoy te pido que te preguntés: ¿por qué quisieras vivir la vida sin autodisciplina? ¿Realmente te está dando la libertad que anhelás?

 

Hace algunos años, yo solía procastinar mucho, y me dí cuenta de que una de las razones por las que lo hacía, era para evitar la “incomodidad” que significa presentarse a hacer lo que tenía planeado, o lo que me había propuesto. Porque sí, tener autodisciplina implica incomodarse, salirse de su zona de confort, pero los resultados son absolutamente sorprendentes:

 

Imagináte una vida en la que de hecho hicieras TODO lo que pensás y decís que vas a hacer. Que de verdad cumplieras tus metas y tus planes... ¡Sería increíble!

 

Cosas como:

- Este año sí bajo los 10 kilos

- En los próximos 6 meses termino mi libro

- Esta vez sí voy a terminar el curso

- Este año saco la carrera

- Este mes dejo de fumar

- Mañana empiezo a hacer ejercicio

- Esta semana preparo mi currículum y empiezo a ir a entrevistas. -este año aprendo francés

- Ahora sí voy a cuidar mi salud

- De este mes no paso de hacerme el chequeo médico

- A partir de ahora voy a hacerme responsable de mis pensamientos y emociones...

 

Ya te hiciste la idea, ¿cierto? Tendrías una vida completamente diferente a la que tenés hoy: ¡todos la tendríamos! Y es que la autodisciplina es importante cuando te proponés cualquier meta, incluyendo bajar de peso, como escribí en este blog anterior "Es necesaria la disciplina en la dieta"

 

 

Te aconsejo echar una mirada a las personas que considerás exitosas. Puede ser en el trabajo, la familia, la prosperidad económica o el desarrollo espiritual; todas tienen algo en común: la autodisciplina. Y puede ser que al principio, la autodisciplina parezca una prisión, pero cuando uno empieza a ver resultados positivos y metas cumplidas, la sensación de libertad que se siente es impresionante.

 

 

El secreto de la autodisciplina es tener claro qué quiero ya versus qué quiero más

 

 

La autodisciplina nos guía el camino hacia nuestras metas y sueños, y nos aleja de la gratificación inmediata: ese mal que aqueja hoy en día a la sociedad, y en donde todo tiene que ser ya, y en donde buscamos las cosas que nos generan placer al instante, sin importar que las consecuencias incluyan alejarnos de nuestros objetivos.

 

La autodisciplina es la habilidad de vivir según tus deseos, y no de tu humor o estado de ánimo del día. Y en realidad es muy ilógico no tener autodisciplina desde este punto de vista, porque el humor nos cambia todo el tiempo, mientras que nuestra visión de la vida no cambia tan a menudo.

 

Por ejemplo, yo escribo los blogs para vos, porque me encanta y siento que es una manera de hacer coaching de vida y de salud, llegando a mucha gente; hoy me senté a escribir a la hora que siempre lo hago, a pesar de que es un día difícil y siento dolor en mi corazón. No corrí a la despensa a paliar mi tristeza: utilicé una herramienta que yo misma enseño en el coaching para manejar emociones negativas, escuché música que me relaja (de alabanza), me hice una deliciosa taza de té...y a escribir. El dolor sigue estando, pero no controla mi día.

 

La autodisciplina no se trata de seguir reglas impuestas por otros, sino de seguir las que nos ponemos nosotros mismos, con el objetivo de crear la vida que deseamos. Es un camino para alcanzar objetivos, no un castigo, sino una recompensa.

 

Si estás todavía leyendo, quiere decir que sentís que te falta autodisciplina en alguna área de tu vida (puede ser en la comida o en hacer ejercicio, o en estudiar o terminar un trabajo). Esto es normal, a todos nos pasa. Pero estoy segura de que SÍ tenés autodisciplina en algunas de estas áreas, y esto es una excelente noticia, porque significa que la podrías tener en todos los ámbitos de tu vida que te propongás, especialmente los problemáticos.

 

Por ejemplo, tengo una paciente que es gerente general de una compañía, y tiene una gran autodisciplina en su trabajo; esto le da la libertad de sentirse segura en lo que hace. Pero padece obesidad, porque no había tenido, hasta ahora, autodisciplina en su dieta y en hacer ejercicio; esto la hacía sentirse esclava de una situación que le produce agobio. En esto estamos trabajando en las sesiones de coaching: ella dio un gran paso al traer este hecho a la consciencia. Cada vez se siente menos prisionera de la comida, y más libre de decidir bien: solo con autodisciplina. Así como la autodisciplina nos da libertad aplicándola a la dieta, lo hace también al dinero, al trabajo, a una relación, a nuestros pensamientos, a dejar un hábito no saludable...a lo que nos propongamos.

 

Pero, tené paciencia y empatía con vos misma, porque la autodisciplina requiere práctica y paciencia. Y se necesita sobre todo practicarla desde un sitio de amor propio, curiosidad y alegría.

 

Recordá además este principio básico: los seres humanos tenemos tres partes súper conectadas: un cuerpo, una mente (con sus emociones y miedos) y un espíritu que conecta con el Espíritu de Dios. Nuestros deseos y anhelos están allí, en el espíritu, puestos por Él para guiarnos. Por esto debemos dejar que el espíritu sea el que guía a la mente y al cuerpo, y no al revés.

 

Esto se logra a través de la comunión con Dios (en oración e intimidad) y con nuestro propio espíritu (en silencio e introspección). ¡Y para esto también se necesita la autodisciplina! Aunque de primera entrada no lo pareciera, abrir espacio en tu agenda para estos momentos, y mantenerlos a través de la autodisciplina, permite que esa parte espiritual sea la que te guíe, y no los deseos del cuerpo o de la mente, que te llevan a procastinar, a darte gustos fugaces y a alejarte, a largo plazo, de tus sueños.

 

 

¿Cómo sentís ahora con la palabra autodisciplina? Se siente como libertad, ¿cierto?

 

 

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