El año 2020 ha sido tan incómodo, tan limitante en algunos sentidos, tan doloroso para muchos, tan difícil para la mayoría. Creo que todos hemos sentido angustia, estrés y miedo por lo que este año ha traído: la crisis económica, la posibilidad de enfermarse, el distanciamiento social...
Yo te pregunto hoy, ¿qué vas a hacer con este año? ¿Qué vas a hacer con todas esas emociones que te ha traído?
Podés hacer lo que hace la mayoría de las personas, que le temen tanto al dolor y al miedo mismo, que intentan tapar cualquier emoción negativa,
para no sentirla. Comer en exceso es uno de los refugios más comunes, como también lo son el licor, el cigarro, la indiferencia, la negación o la hostilidad. Hasta procastinar viendo tele o Netflix todo el día es un refugio emocional.
Entonces, ante este año difícil, podés hacer “las del avestruz”, pretender que nada está pasando en tu interior, y tapar las emociones, o podés poner todas y cada una de ellas en la mesa, y simplemente sentirlas. Esta semana para mí ha sido particularmente difícil: tuve una pérdida que me dio un dolor grande en el corazón; he llorado mucho estos días, porque me he dado permiso de estar triste, y de vivir mi duelo. ¿Qué si tuve ganas de correr a la despensa por comida? Sí, muchas veces, pero te cuento que todo lo que escribo en mis blogs y les recomiendo a mis pacientes en coaching, son procesos que yo misma he vivido y aprendido (¡y sigo aprendiendo!), así que he logrado, tomar consciencia de que comer no alejará la tristeza, y que es una época de mi vida en la cual simplemente... estoy triste, por ahora.
Porque la vida no se trata solo de sentir las emociones positivas y tratar de ocultar las negativas, las que nos generan dolor. Este va a estar en algunas temporadas, y sentirlo es parte de vivir. Si no se tapa, no explotará en forma de reacciones desproporcionadas ante otros eventos futuros menos dolorosos.
Entonces, pregunto otra vez, ¿qué vas a hacer este año? ¿Tapar las emociones negativas o simplemente sentirlas, y luego soltarlas? ¿Cuál opción creés que te va a hacer crecer?
En lugar de abatirte por la incomodidad que este 2020 ha traído consigo, ¿qué tal si lo ves como el año del cambio, de crecer, de modificar la perspectiva con la que ves las cosas, de crecimiento personal y espiritual? Un año para pensar en los demás también, para ser una persona más compasiva, para sacar nuestros dolores e incomodidades ocultos y trabajarlos para no andar hiriendo a otros. ¡Eso sería realmente productivo!
He tenido pacientes que me hacen comentarios como: “deseo dormirme y que sea 2021”, o “quisiera olvidar este 2020”, o “que ya pase y vuelva a lo que era antes”. Pero ¿que tal si lo que era antes se puede hacer mejor gracias a la incomodidad y al dolor?
Tal vez el 2020 es un año que nos incomoda tanto, que no nos queda más que cambiar.
Si antes has recurrido a la comida o a otros hábitos para tapar la ansiedad o el estrés, ¡este es un buen momento para crecer y cambiar! Pero muchas veces, cuando queremos cambiar algo de nosotros mismos o de nuestra vida, nos da miedo equivocarnos o fallar. Ese miedo hace que las personas se queden en donde están, en sus zonas de confort, que como siempre digo, no son tan confortables. Pero son familiares, es lo que conocen, y por eso se quedan allí.
Entiendo que cambiar da miedo, da miedo intentarlo, porque tomar una decisión o emprender algo diferente, conlleva el riesgo a equivocarse. A nadie le gusta sentir que se equivocó o falló, no se siente bien; y por eso temen opinar, exponerse a decir su verdad, probar cosas nuevas o correr algún riesgo: por ese temor a equivocarse. No queremos que nos juzguen, que nos critiquen o que nos malentiendan.
Vivimos pendientes del qué dirán. El gran problema con ese miedo es que nos paraliza, y nos estanca; y entonces por no querer hacer algo mal, no nos damos la oportunidad de hacerlo bien. Y no crecemos.
Y si por fin nos animamos a emprender algo nuevo, pero sintiendo el miedo a equivocarnos, y luego de verdad nos equivocamos, o nos critican o juzgan, nos ponemos en modo defensivo, nos enojamos y nos retraemos. Y seguimos sin crecer.
Por eso debemos estar no solo dispuestos, sino deseosos a equivocarnos, con una actitud abierta de querer corregir, aprender, crecer; permanecer con avidez de seguir adelante. Debemos estar deseosos de fallar, porque significa que lo estamos intentando, no estamos paralizados por el miedo al qué dirán o a no tener la razón.
Esto no nos va a hacer inmunes a la crítica ni a los comentarios no constructivos de la gente hostil, pero sí va a hacer que aprendamos y sigamos adelante, y que esos comentarios no nos detengan en nuestro deseo de cambiar, o lograr nuevas metas.
Entonces, hacé que este 2020 cuente: no tapes las emociones que vas sintiendo día a día; más bien celebralas todas, las buenas y las no tan buenas. Sentilas el tiempo necesario, pero que no permanezcan: luego dejalas ir.
Que sea un año de cambio, de desear equivocarse para crecer, de ver el mundo con nuevos ojos, con el corazón más compasivo. Un año en el cual el miedo no nos gane, y que esa capacidad de sentir amor y de agradecer por lo que sí tenemos y por lo que vendrá, sea más grande que el temor.
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Con cariño,
Melania