¿PASADO O FUTURO?

Decir que tenés la opción de tomar decisiones basadas en el pasado vs decisiones basadas en el futuro, es una manera de decir que podés escoger reaccionar desde lo familiar vs lo desconocido, o desde lo viejo vs lo nuevo. Quiere decir que podés escoger que tus decisiones sean reactivas vs creativas.

 

En toda situación que la vida nos ofrece, podemos decidir si reaccionar desde nuestro pasado, o desde nuestro futuro.

 

La primera opción es hacerlo desde lo viejo, familiar y de manera inconsciente; es reaccionar en lugar de responder. Nos estanca porque reaccionamos desde heridas anteriores.

 

La segunda opción es hacerlo desde lo nuevo, lo desconocido y de manera intencional; es responder en lugar de reaccionar. Nos hace crecer porque respondemos con la esperanza y el deseo de lo que se quiere lograr.

 

Responder desde el futuro no significa que no vivamos el presente, más bien se vive con más intensidad, porque se tienen en mente las metas, los objetivos y los deseos.

 

Lo realicés o no, tu vida está siendo creada por las decisiones que tomás en tu día a día.

 

Cuando realmente tomás consciencia de esto, podés empezar a CREAR tu vida a propósito, en lugar de reaccionar a ella como en piloto automático.

 

Para tener una vida que te haga sentir realizada, debés tomar consciencia de este concepto y pensar si en las decisiones diarias estás reaccionando con viejos hábitos y creencias, o si con consciencia tomás decisiones que te acerquen a tus sueños.

 

A veces estamos tan acostumbradas a tomar las mismas decisiones, una y otra vez, que llegamos a creer que son parte de lo que somos.

 

Nos despertamos en la mañana pensando las mismas cosas, diciendo y haciendo lo mismo que hacemos todos los días.

 

Por ejemplo, digamos que desde hace mucho tiempo estás lidiando con el sobrepeso, y comés por emoción (o sea, cuando estás angustiada, triste o frustrada te da por comer de más); has hecho miles de dietas que sirven por un rato y luego volvés a ganar el peso y hasta más.

 

La situación es tan familiar que te resulta más fácil quedarte en ella que salirte. Llegás a pensar que simplemente no sos delgada (y aquí la mente inventa mil excusas por las cuales justificarlo), y esa llega a ser tu realidad.

 

Y lo que pensamos, es lo que atraemos, porque el cerebro siempre está buscando la manera de que tengamos razón. Entonces seguís comiendo de la misma manera que hasta ahora, todos los días.

 

Otro ejemplo sería la procastinación: puede ser que tengás el hábito de pasar tu tiempo en cosas que no son productivas y que no te acercan a la persona que quisieras ser. o la meta que quisieras lograr. Pero has procastinado durante tanto tiempo, que ya lo ves como parte de quien sos: son acciones reactivas, viejas y muy familiares.

 

Pero como las acciones diarias crean nuestra realidad, al vivir la vida en automático, es como si recreáramos nuestro pasado una y otra vez.

 

Y lo más irónico es que, muchas veces es un pasado que queremos cambiar.

 

¿Cuál es la solución?

 

Para crear algo nuevo, cambiar un hábito o lograr una meta, debemos tomar acciones nuevas. Acciones desconocidas, que muy probablemente nos resulten incómodas porque nos van a sacar de nuestra zona de confort. Pero solo así se puede lograr algo nuevo o diferente: ¡hay que incomodarse un rato!

 

Para crear algo que nunca hemos tenido, debemos convertirnos en alguien que nunca hemos sido.

 

Cuando tomamos decisiones nuevas y diferentes, lo hacemos desde el futuro, porque tenemos en mente a la persona que queremos llegar a ser o a lo que queremos llegar a tener.

 

El cerebro siempre nos va a engañar, con muchas excusas y pensamientos saboteadores para tratar de volver a lo familiar y a lo conocido.

 

Recordá que es la función de la mente mantenernos a salvo, y una manera de lograrlo es convenciéndonos de permanecer en lo conocido, impidiendo que nos aventuremos en algo nuevo, con la excusa de que podríamos fracasar o resultar heridas.

 

Estos pensamientos saboteadores se relacionan con nuestros miedos e inseguridades, y son excusas para volver a lo pasado.

 

Son normales, pero no debés ceder a ellos si de verdad querés lograr algún cambio. Si aparecen, los notás y los dejás ir, pero no permitás que hagan nido en tu cabeza, que no guíen tus decisiones. Pensamientos como: esto va a ser un fracaso, qué va a pensar la gente, nunca lo has logrado antes, es muy difícil, muy poca gente lo logra, te vas a ver ridícula, etc... son los que te mantienen anclada en lo viejo o te hacen retroceder cuando empezás algo nuevo.

 

No debemos temerle al disconfort que se siente cuando creamos algo nuevo, sino mas bien, darle la bienvenida.

 

Te voy a dar un ejemplo mío: hace un tiempo me propuse salir a caminar muy temprano en las mañanas, porque quería estar más saludable y ser más productiva controlando mejor mis mañanas. Al principio, cuando sonaba el despertador, me decía cosas como: puedo empezar mañana, hoy hace mucho frío, o viento, no dormí bien anoche, mejor duermo un rato más, no necesito realmente caminar tan temprano, etc... Hacerle caso a estas excusas significaba quedarme en mi zona de confort. Pero pensar en la “yo del futuro”: saludable, con más energía y siendo productiva y creativa, me hacía moverme de esa zona, ¡incomodarme y ponerme las tenis!

 

Al principio era tortura, pero a los cinco minutos le estaba dando gracias a Dios y felicitándome por haberme quedado bien a mí misma.

 

Hoy es un hábito que disfruto tanto, que ¡ya no necesito ni el despertador!

 

El primer paso que se da al actuar desde el futuro, es el más difícil, porque has estado acostumbrada a actuar desde el pasado, y seguir haciendo lo mismo es nuestra tendencia más frecuente.

 

En los ejemplos anteriores, si estás lidiando con sobrepeso, comida emocional, o si más bien tu problema es procastinar y eso no te deja avanzar en tu trabajo, estudios o meta, estás actuando desde tu pasado haciendo lo mismo día tras día.

 

¿Cómo sería actuar desde tu futuro?

 

Imaginarte sin sobrepeso, porque aunque haya días en los cuales estés triste o frustrada, no vas a comer para tapar la emoción sino que vas a trabajarla, tomando consciencia. Esa persona del futuro también tiene momentos de estrés o ansiedad, no es perfecta, pero lidia con ellos, no se estanca en ellos, no deja que la controlen. Y por eso siente paz y gozo la mayor parte del tiempo. Esto la hace llevar una dieta saludable y hacer ejercicio, y ya no tiene sobrepeso.

 

Imaginarte sin procastinar, y por lo tanto con las metas logradas y cumplidas, con los estudios o proyectos finalizados. Esa persona del futuro aprovecha bien el tiempo, no pasa horas frente al TV o en redes sociales, perdiendo tiempo valioso y por lo tanto es eficiente y se siente feliz.

 

Cuando imaginás a la persona que querés ser o lo que querés lograr, actúas en consecuencia con ese futuro, hoy.

 

¿Son tus acciones diarias familiares, viejas, basadas en el pasado?

¿Te están impidiendo lograr una meta o cumplir un sueño?

 

Si es así, pará, tomá consciencia, y empezá a tomar acciones diferentes. Al principio será incómodo, pero vale la pena. 

 

Empezá a escoger la opción nueva, diferente, creativa, inspiradora.

 

Empezá a crear tu vida como la querés, como la imaginás.

 

Todo está en tus decisiones del día a día y de la fuente de dónde te inspirás: ¿el pasado o el futuro?

 

Todo cambio requiere tiempo, paciencia y ser gentil con vos misma. No te castigués si no lográs un hábito nuevo al momento, siempre hay que tener autocompasión, en el buen sentido.

 

Si querés bajar peso, y estás tentada a merendar un pedazo de queque en lugar de la merienda saludable que te recomendó tu nutricionista, pensá en la vos del futuro, la que ya bajó peso porque se apegó a su objetivo.

 

¿Qué haría ella? ¿Cuál opción escogería?

 

Ahora actuá en consecuencia con tu yo futura: haciendo hoy lo que ella hubiera elegido.

 

Cuando lo lográs, te sentís orgullosa de vos misma, y feliz por no estar más a merced de tus emociones y de tus viejos hábitos.

 

Todos anhelamos cambios, en algún aspecto de nuestra vida, y todo cambio asusta, da miedo. Si como yo sos creyente, pedile a Dios que te ayude: depositá en Él tus miedos y tus cargas. Una vez que lo hayás hecho, viví con la fe de que Él siempre va a estar en control.

 

Vivir con fe quita la ansiedad y el agobio, y sin ellos, vas a tomar las decisiones más acertadas.

 

 

Espero que el blog te haya gustado, y que estos conceptos los empecés a aplicar en tu vida.

 

Con todo mi cariño,

 

Melania

 

 

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