Todos hemos oído hablar de las emociones negativas en los adultos, y de cómo se debe aprender a manejarlas para no incurrir en conductas autodestructivas, como comer de más o entre comidas, fumar o tomar licor en exceso por ejemplo.
Sabemos que no se deben tapar o negar porque cuando las emociones se reprimen se guardan como heridas para luego salir en momentos de crisis, adversidad o estrés.
Pero ¿qué pasa en los niños? ¿Las emociones significan lo mismo en ellos? ¿Sufren los niños de hambre emocional? Veamos algunos ejemplos:
Enojo: el niño o adolescente que constantemente pasa enojado puede traducir una falta de autovalor y la creencia de no ser suficiente. El enojo es solo una manera de tapar el dolor que esta creencia genera. El enojo por sí mismo no es algo malo, y puede ser incluso parte de un duelo, pero cuando se encona o se hace crónico, cuando se reprime, puede predisponer a conductas y decisiones autodestructivas.
El niño o adolescente, y luego el adulto que no se sienten suficiente, piensan a nivel inconsciente que la única forma de ser amados es si son perfectos, no se equivocan o son invulnerables: por eso tienen una baja tolerancia a la frustración y a cometer errores. Y esta baja tolerancia produce que se sientan frustrados y enojados la mayor parte del tiempo.
Solución posible: si el niño está constantemente enojado o reacciona fácilmente con enojo, es mejor hablar con él, y encontrar el motivo de su constante frustración. ¿Hay alguna situación familiar que lo tenga bajo estrés? ¿Bullying en la escuela? ¿Se le exige demasiado?
Miedo: esta es una emoción antigua, de supervivencia, arraigada en nosotros para sobrevivir pues alerta de un peligro o amenaza externos. Pero en nuestra sociedad actual, el miedo se genera cada vez más ante peligros que están en nuestra mente, en nuestra imaginación. Se dice que el miedo es la creatividad descontrolada en negativo. Y los niños tienen una gran imaginación y una gran creatividad; por esto pueden imaginar escenarios de terror ante circunstancias que a los adultos nos podrían parecer triviales. Esto es particularmente cierto en niños más pequeños; conforme se hacen más grandes, los miedos van cambiando, de ser menos imaginarios a parecer más reales,como el miedo a los animales, a los desconocido, al fracaso y a no ser aceptados.
Solución posible: el antídoto para el miedo es la confianza; no se debe de menospreciar sus miedos y mucho menos burlarse de ellos, más bien hablarlos, y crear un ambiente en donde el niño se sienta seguro. Es muy importante no obligarlos a "ser valientes": solo el término implica que hay un peligro real. Además, un niño con miedo es una oportunidad de oro para hablarle de Dios y empezar a cultivar su fe y su confianza en Él.
Tristeza: igual que el enojo, la tristeza es una emoción que puede ser normal y reactiva, como parte de un duelo o alguna situación externa difícil. lo importante es que el niño o adolescente lo sepan, y puedan hablar de ella, sentirla y externarla, para que no se convierta en una emoción reprimida. El hábito de reaccionar con tristeza lleva a la depresión. Es importante recalcar que las causas de tristeza en niños son muy distintas a las nuestras como adultos.
Solución posible: como con toda emoción negativa, hablar y no restarle importancia a la emoción o a las causas. Debemos ayudarles a entender qué es la tristeza, y cuáles pueden ser sus causas; sobre todo dejarles claro que está bien estar tristes de vez en cuando. pero si el niño persiste triste a pesar de que no hay causa evidente, es conveniente buscar ayuda. recordá que para enseñar al niño a manejar sus emociones, debemos saber hacerlo nosotros también: de lo contrario vamos a ser malos modelos para ellos.
Ansiedad: cada vez es más frecuente que los niños y los adolescentes sufran de ansiedad. Según la Academia Americana de Pediatría, entre 2007 y 2012, la ansiedad en niños aumentó un 20%, y un 30% de los adolescentes sufre algún trastorno de ansiedad. Esto puede deberse a que cada vez hay expectativas más altas y mayor presión por destacar y "alcanzar el éxito" tanto en la escuela o colegio, como en los deportes y otras actividades extracurriculares; esto se ve no solo en las escuelas, sino también en las familias y comunidades.
Las noticias, sobre todo a través de redes sociales, presentan en niños y adolescentes un mundo cada vez más peligroso y amenazador, y ellos no tienen aún las herramientas para lidiar con lo que ocurre actualmente en
el mundo.
Solución posible: a veces es difícil reconocer que nuestro hijo o hija están ansiosos; algunos comportamientos que nos pueden alertar son: miedos excesivos o constantes, cambios de humor repentino, irritabilidad, enojo u hostilidad repetitivos, bajo rendimiento escolar, insomnio, o somatización (síntomas constantes como dolor de cabeza, de estómago o cansancio). Siempre la mejor solución con los niños y adolescentes es el diálogo, sobre todo la escucha activa, en donde ellos se sientan realmente escuchados y no juzgados, y que sientan que sus emociones sí importan.
Los adultos debemos de tomar conciencia de las expectativas que tenemos de ellos, porque los niños las pueden sentir aunque no se las digamos directamente. Además es importante hablar con ellos de lo que ven en las noticias y limitar su exposición en redes sociales, sobre todo en los más pequeños.
Que el niño aprenda a manejar sus emociones es crucial para que sean adultos que pueden tomar decisiones acertadas aún en circunstancias difíciles. Sus logros y sus éxitos van a depender de estas decisiones.
En el curso en línea, NUTRICIÓN SANA PARA NIÑOS, COMÓ LOGRAR QUE SUS HIJOS QUIERAN COMER BIEN, enseño en qué consiste una alimentación saludable para niños y adolescentes, y cómo lograr que ellos se motiven a mantenerla. Pero además recibirás herramientas súper útiles para enseñar al niño a manejar mejor sus emociones.