5 TIPS QUE TE AYUDAN A DAR ESE PRIMER PASO

¿Por qué nos cuesta tanto empezar un proyecto o meta, a pesar de que realmente queremos lograrlo?

 

¿Te ha pasado que de verdad querés hacer algo (comer más sano, hacer ejercicio, bajar peso, ahorrar más, empezar un empredimiento…), pero simplemente no lográs dar el primer paso?

 

Muchas de mis pacientes quieren bajar peso pero no logran empiezar a comer saludable o a moverse para iniciar a hacer ejercicio. Otras me dicen que tienen un proyecto en mente, pero pasan horas procastinando o viendo Netflix o en redes sociales.

 

Si sos una de ellas, hay buena noticias, y es que comenzar es siempre el paso más difícil: una vez que se logra empezar, continuar con el buen hábito es más fácil, siempre y cuando sepamos mantener la motivación.

 

Cuando hemos tenido un hábito por mucho tiempo, por inercia seguimos haciendo cosas para mantenerlo, así que el primer paso para cambiar de dirección es el que se nos hace más cuesta arriba.

 

A mí me pasa que me cuesta mucho empezar de nuevo a hacer ejercicio cuando paso un tiempo sin hacerlo, por alguna razón tengo mucha resistencia. Entonces lo que hago es recordar dos cosas: el por qué lo quiero retomar y el cómo me siento después de hacerlo. Esto me ayuda a vencer la resistencia que mi mente pone cuando intento salir de la cama a

las 5:30 para caminar.

 

Y esas dos estrategias son precisamente parte de mis recomendaciones para que logrés dar el primer paso en pos de tu meta:

 

1.Recordar el por qué querés lograrlo: esto es un gran motivador, y debería ser la base de todas las decisiones que tomamos en el día. El por qué tiene que ser profundo e inspirador, y si no lo tenés claro, debés preguntártelo hasta que llegués a tu verdadera razón, esa que sale del alma. Por ejemplo, si querés adelgazar porque tu esposo/mamá/doctor/amiga te dijo que es conveniente, no vas a estar muy motivada; pero si querés hacerlo para estar más saludable y prevenir una enfermedad, o con más energía para jugar con tus hijos, o porque querés lograr un embarazo, la motivación te va a inspirar diariamente a dar los pasos necesarios para conseguirlo. Es muy útil anotar la o las razones, y leerlas cada vez que tu mente trate de mantenerte en la inercia de tu viejo hábito.

 

2.Asociar tu hábito deseado con emociones positivas: es útil enfocar tus pensamientos en la sensación que te queda después de haber dado en paso adelante hacia tu meta.¿Cómo te sentís después de comer saludable o después de hacer ejercicio? ¿Cómo te sentís después de trabajar en tu

proyecto en lugar de haber visto series toda la tarde? ¿O habiendo ahorrado en lugar de haber ido de shopping a comprar cosas que ya tenés?

 

Esta estrategia te permite asociar eso que no estás haciendo (o a lo que le tenés resistencia), con una sensación placentera y con emociones positivas como satisfacción o realización.

 

3.Asociar tu hábito actual con emociones negativas: esto es lo contrario del punto anterior. Es enfocarte en cómo te hace sentir lo que estás haciendo hoy, o sea, ¿qué sensación te deja sucumbir a tu viejo hábito? ¿Cómo te sentís cuando tu mente te gana y te quedás viendo Netflix en lugar de hacer ejercicio?

 

Si estar en forma o bajar de peso son cosas que realmente querés, lo más probable es que te sintás frustrada o enojada con vos misma cuando cedés a tus rutinas de siempre.

 

Con los puntos 2 y 3, logramos asociar placer con el nuevo hábito, y malestar con el hábito viejo. Invertimos las emociones y empezamos a dejar de asociar sentir comodidad con el mal hábito y asociar bienestar con el nuevo. Es cambiar nuestras creencias acerca del nuevo hábito, para así cambiar nuestro diálogo interior y por ende nuestras emociones al respecto. Recordá que toda acción o decisión se basa en cómo nos sentimos.

 

4.Pensar en el futuro: imaginate cómo sería tu vida en el futuro si no lográs tu meta. Si estás pasando por ejemplo por la menopausia, y tenés resistencia a hacer ejercicio, pensá en cómo sería tu cuerpo a los 60, 70 u 80 años: probablemente estarías un poco más encorvada, y hasta con alguna fractura de cadera. Ahora imaginate que a partir de hoy empezaste a hacer yoga, o pilates, o pesas o a caminar… ¡la imagen es totalmente distinta! Y esto aplica para cualquier meta de tu vida, a cualquier edad.

 

5.Encontrar la razón de la resistencia: esto es probablemente la parte más difícil, porque se necesita instrospección; la mente va a intentar mantenernos en lo conocido, en la “zona de confort”, para no enfrentar razones que nos puedan generar dolor o incomodidad. Yo durante mucho

tiempo quise escribir un libro, pero procastinaba siempre que tenía la intención de sentarme a escribir, hasta que descubrí que la razón de la resistencia se encontraba en la inseguridad de no saber si iba a resultar “bueno”. Hoy recibo tantos testimonios de personas cuyas vidas cambiaron después de leer mi libro, que me alegra el corazón haber vencido las dudas de ese momento; pero no fue fácil: necesité mucha

sinceridad conmigo misma.

 

Salir de la zona de confort siempre genera malestar al inicio, pero si somos persistentes, logramos establecernos en una nueva zona, una que sí sea realmente confortable, porque en ella nos sentimos mejor, más saludables, con más energía, más productivos, más en paz o más cerca de nuestra meta.